El espejo devuelve mi reflejo, ya no veo estrellas de
colores a mi alrededor. Siento frío en mis pies. Bajo la vista y veo el suelo
cubierto de nieve, pienso en cómo habrá llegado hasta allí. Intento localizar
las pisadas de regreso y no encuentro rastro de ellas. Entreabro los labios y
despedido sale vaho que tristemente se deshace. Las manos comienzan a
entumecerse, sin embargo no siento frío. Desde las extremedidades el color de
mi piel va cambiando, pálido como el mármol. Las vetas formas mis costillas. Mi
respiración más pausada no hace alterar mi corazón, cada vez más lento, van al
mismo ritmo. Tan solo siento un pequeño hormigueo bajando por mi cuello, mi
pecho, mi vientre… quizás las hormigas de Dalí vienen a devolverme la vida.
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